Es increíble que aún las compañías lleven la cuenta de los errores de sus empleados y luego de unos cuantos los sentencien al despido. Si bien es cierto que la competitividad de las empresas es hoy día un factor del cual depende al cien por ciento su permanencia, es un método arcaico prescindir de sus trabajadores argumentando que se necesita rigor, excelencia y perfección para alcanzar el máximo estándar de calidad en sus productos y servicios, por lo tanto no se admiten errores poder pertenecer a ellas. Si se analiza, al contratar a otro empleado que necesita un nuevo entrenamiento y comenzar desde cero, es más productivo aceptar los errores y corregirlos
En realidad no se necesita ser perfecto para producir con calidad, se necesita más bien ser entusiasta y abierto al cambio, ser honesto y reconocer los errores y tener la tenacidad para corregirlos e incluso superarse a sí mismo. Estos perfiles son en realidad los que se deben buscar; es más, de ser posible, hacer invisibles las barreras de la jerarquía, para que los integrantes de la organización lleguen incluso a sentirse como socios, alimentando así en ellos un sentido de pertenencia que les impulse y les haga saber y reconocer que los que hacen es por la empresa, por una comunidad y no para servir a nadie en particular que sea visto como una deidad intocable.
Para ello es necesario también que haya una constante retroalimentación, un aprendizaje continuo, acompañamiento y trabajo colaborativo. Las empresas además de formar a sus empleados a partir del quehacer diario, deben capacitar a sus empleados formalmente, permitirles y apoyarlos de ser necesario si quieren estudiar, estar en constante actualización, desarrollo. Esto, en un plazo no muy largo, se convierte en una gran inversión para las compañías.
Es por ello que los nuevos modelos de organizaciones, entre ellas Google, que permiten a sus empleados adecuar o propiciar un espacio óptimo para su buen desempeño, sin rigurosos horarios y demás para evitar coartar su imaginación, sus capacidades, inclusive sus sueños, todo aquello que más que un beneficio particular, contribuye a un propósito común de la organización; los que deben predominar en toda industria o mercado, organizaciones que no digan “vienes a trabajar para nosotros”, sino “vienes a aprender junto a nosotros”.
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